Capítulo 28
Lena
No le dirigí la
palabra a Nam hasta llegar al departamento, suficientes problemas tenía ya,
como para que ahora me viniera con la tontería de que estaba enamorado de mi.
Cuando tomamos
el pasillo del departamento le dije.
-¿Qué se supone
que hiciste Nam?- seguía caminando y él detrás
mío.
-Te aseguro que
todo tiene una explicación, entremos a tú casa y te contare, ok. Pero es
confidencial.
-No puedo creer
que me estés metiendo en más problemas- hice el cabello para atrás con una mano
y con la otra tome las llaves para abrir la puerta.
Volteamos cuando
el ascensor hizo un ruido, algo muy raro, dado que yo hasta ese momento era la única
que vivía en ese piso.
Salió Cristian
con una rubia de ojos azules de su estatura, la chica era una belleza y la
llevaba de la mano. No quise adelantarme a ninguna suposición, pero esa estampo
no me agradaba para nada.
-¡Hola chico
Oppa!-Le grito Nam.
-Hola señor Nam,
es un milagro verlo por acá, no me diga que es la nueva conquista de la
señorita Santoro- su tono era una mezcla de sarcasmo y rencor.
-Cuida tus
palabras niñito, te puedes arrepentir. Mejor preséntanos a tu novia, es una
muñequita.
-Nam, basta por
favor
-Si señor Nam,
no se gane enemigos por nada, y la señorita se llama Monique, será su vecina.-Nuevamente
Cris con palabras hirientes.
-¡Hola!- Dijo la
francesa con ingenuidad en la cara.
No pude contener
mas las lágrimas, sin darme cuenta empezaron a rodar por mis mejillas, mi amigo
coreano se dio cuenta y me jalo del hombro y me encamino a la entrada con un
abrazo. Cerró la puerta y Cris se quedo con su nueva “Amiguita”.
Me tire al sillón
y empecé a llorar, primero con dolor y después con coraje, Nam se fue a la
cocina y se preparó un té mientras disfrutaba del espectáculo que resultaba ser
mi llanto. Cuando quise desquitar mi enojo, empecé a reclamarle lo sucedido con
su socio coreano.
-Te das cuenta el
enorme caos que es mi vida, y tú le agregas uno más.
-Discúlpame
lena, pero vi la ocasión y no me pude contener.
-Por favor, no
me digas que estas enamorado de mí, no soy nada engreída pero no me imagino
otra escusa creíble.
Inesperadamente escupió
el té de la boca y se soltó a reír, no podía parar, se revolcó en el sillón, después
se tiro al piso mientras le salían lagrimas, al parecer estar enamorado de mi
le había parecido un muy buen chiste.
-¡Ya basta!- le
grite con el resto del coraje que aun me quedaba.
-Lo siento Lena,
pero fue involuntario. Apenas llevamos unas semanas de conocernos y unos
cuantos días de llevarnos “bien”, por eso te hieren, te enamoras fácil.
-Sí, lo sé, me
enamore de Cristian desde el primer momento que mire sus ojos.
Se acerco a mí y
se recostó en mi regazo, estaba empezando a espantarme.
-¿Sabes? Jamás
podre enamorarme, como bien lo dijiste alguna vez, los coreanos discriminamos
por todo. Soy Heredero de mi padre, porque
tuvo una aventura con mi madre, ella es una española muy guapa. Su esposa y él
me adoptaron como hijo propio, nadie más que tú sabe esa historia, si se suela
a los medios, la sucesión del chaebol podría estar en peligro.
-Entonces ¿La
esposa de tu padre no es tu madre?
-No
-¿Y qué paso con
tu madre?
-Mi padre le
hizo compro la pequeña casa de al lado, los jardines se juntan y así puedo
verla, ella no puede salir al público, desde el día de mi nacimiento no volvió a
salir a la calle.
-Eso es muy
cruel, como pueden hacer eso.
-Las apariencias
querida niña, aquellas a las que temes tanto e intentabas guardar con Jorge
-¿Y por eso
dijiste que somos novios?
Sonrió ligeramente
con dolor
-No, para nada.
Solo hay una cosa peor que ser un bastardo en la aristocracia coreana, eso es
ser “Gay”.
Me miro a los
ojos y se soltó a llorar, su llanto era de dolor y de impotencia, un llanto que
le permitía salir del encierro en el que se sentía, lloraba para poder sacar un
poco todo aquello que debía guardarse. Después de 20 minutos se quedo
tranquilizo.
-Cuando empecé a
trabajar en el negocio de la familia conocí a un gerente de la compañía, un
chico muy culto, abierto de mente, instruido con una idea de la vida que
encajaba perfectamente con la mía. Me enamore como un jovencito, él correspondía
a mis sentimientos, empezamos a juntos por negocios, llego el momento en que
fuimos inseparables. Estábamos subiendo como la espuma, aparte de estar
enamorados hacíamos buena dupla en los negocios.
El señor Choi
noto ese detalle que nadie más había visto y se lo comentó a mi padre, como
recompensa se asociaron y yo terminé aquí en México, lejos de Kim.
Se levanta y
nuevamente me mira llorando, esta vez su llanto era de melancolía y de profundo
dolor en el corazón. Lo abrace y consolé hasta que se quedo dormido en el sillón.
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