miércoles, 10 de febrero de 2016

Dividida_Cap_28

DIVIDIDA
Capítulo 28

Lena




No le dirigí la palabra a Nam hasta llegar al departamento, suficientes problemas tenía ya, como para que ahora me viniera con la tontería de que estaba enamorado de mi.
Cuando tomamos el pasillo del departamento le dije.
-¿Qué se supone que hiciste Nam?- seguía caminando y él detrás mío.
-Te aseguro que todo tiene una explicación, entremos a tú casa y te contare, ok. Pero es confidencial.
-No puedo creer que me estés metiendo en más problemas- hice el cabello para atrás con una mano y con la otra tome las llaves para abrir la puerta.
Volteamos cuando el ascensor hizo un ruido, algo muy raro, dado que yo hasta ese momento era la única que vivía en ese piso.
Salió Cristian con una rubia de ojos azules de su estatura, la chica era una belleza y la llevaba de la mano. No quise adelantarme a ninguna suposición, pero esa estampo no me agradaba para nada.
-¡Hola chico Oppa!-Le grito Nam.
-Hola señor Nam, es un milagro verlo por acá, no me diga que es la nueva conquista de la señorita Santoro- su tono era una mezcla de sarcasmo y rencor.
-Cuida tus palabras niñito, te puedes arrepentir. Mejor preséntanos a tu novia, es una muñequita.
-Nam, basta por favor
-Si señor Nam, no se gane enemigos por nada, y la señorita se llama Monique, será su vecina.-Nuevamente Cris con palabras hirientes.
-¡Hola!- Dijo la francesa con ingenuidad en la cara.
No pude contener mas las lágrimas, sin darme cuenta empezaron a rodar por mis mejillas, mi amigo coreano se dio cuenta y me jalo del hombro y me encamino a la entrada con un abrazo. Cerró la puerta y Cris se quedo con su nueva “Amiguita”.
Me tire al sillón y empecé a llorar, primero con dolor y después con coraje, Nam se fue a la cocina y se preparó un té mientras disfrutaba del espectáculo que resultaba ser mi llanto. Cuando quise desquitar mi enojo, empecé a reclamarle lo sucedido con su socio coreano.
-Te das cuenta el enorme caos que es mi vida, y tú le agregas uno más.
-Discúlpame lena, pero vi la ocasión y no me pude contener.
-Por favor, no me digas que estas enamorado de mí, no soy nada engreída pero no me imagino otra escusa creíble.
Inesperadamente escupió el té de la boca y se soltó a reír, no podía parar, se revolcó en el sillón, después se tiro al piso mientras le salían lagrimas, al parecer estar enamorado de mi le había parecido un muy buen chiste.
-¡Ya basta!- le grite con el resto del coraje que aun me quedaba.
-Lo siento Lena, pero fue involuntario. Apenas llevamos unas semanas de conocernos y unos cuantos días de llevarnos “bien”, por eso te hieren, te enamoras fácil.
-Sí, lo sé, me enamore de Cristian desde el primer momento que mire sus ojos.
Se acerco a mí y se recostó en mi regazo, estaba empezando a espantarme.
-¿Sabes? Jamás podre enamorarme, como bien lo dijiste alguna vez, los coreanos discriminamos por todo.  Soy Heredero de mi padre, porque tuvo una aventura con mi madre, ella es una española muy guapa. Su esposa y él me adoptaron como hijo propio, nadie más que tú sabe esa historia, si se suela a los medios, la sucesión del chaebol podría estar en peligro.
-Entonces ¿La esposa de tu padre no es tu madre?
-No
-¿Y qué paso con tu madre?
-Mi padre le hizo compro la pequeña casa de al lado, los jardines se juntan y así puedo verla, ella no puede salir al público, desde el día de mi nacimiento no volvió a salir a la calle.
-Eso es muy cruel, como pueden hacer eso.
-Las apariencias querida niña, aquellas a las que temes tanto e intentabas guardar con Jorge
-¿Y por eso dijiste que somos novios?
Sonrió ligeramente con dolor
-No, para nada. Solo hay una cosa peor que ser un bastardo en la aristocracia coreana, eso es ser “Gay”.
Me miro a los ojos y se soltó a llorar, su llanto era de dolor y de impotencia, un llanto que le permitía salir del encierro en el que se sentía, lloraba para poder sacar un poco todo aquello que debía guardarse. Después de 20 minutos se quedo tranquilizo.
-Cuando empecé a trabajar en el negocio de la familia conocí a un gerente de la compañía, un chico muy culto, abierto de mente, instruido con una idea de la vida que encajaba perfectamente con la mía. Me enamore como un jovencito, él correspondía a mis sentimientos, empezamos a juntos por negocios, llego el momento en que fuimos inseparables. Estábamos subiendo como la espuma, aparte de estar enamorados hacíamos buena dupla en los negocios.
El señor Choi noto ese detalle que nadie más había visto y se lo comentó a mi padre, como recompensa se asociaron y yo terminé aquí en México, lejos de Kim.

Se levanta y nuevamente me mira llorando, esta vez su llanto era de melancolía y de profundo dolor en el corazón. Lo abrace y consolé hasta que se quedo dormido en el sillón.

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