Capítulo 16
Lena
Dos
cosas no podía sacarme de la mente, el golpe que Alex le propino a Laurita y
las palabras de Cristian la mañana que nos encontramos…también al imbécil
coreano retando su suerte con ese tipo de comentarios ofensivos cuando aun no
nos conocíamos !Vaya idiota! Y pensar que debemos trabajar juntos.
Por
sus costumbres y malos modales no tiene ninguna pinta de coreano, había leído
en internet que son respetuosos de buenas costumbres pero este igualado se
notaba ser de lo peor. Seguro era el hijo único oveja negra de la familia que
hacia lo que quería y por eso se pasaba por donde quería las cortesías. Pero
pensare mejor otras cosas porque ese tipo realmente me pone muy de malas.
Decidí
llamar a Laurita, era un sábado a media mañana le propondría ir al cine y así
platicar sobre lo que había ocurrido con mi sobrino, tome el celular y la llame
-Lau
nena, ¿Tienes planes?-pregunte
-Hola
lena, que agradable sorpresa. En realidad estoy sola en casa aburriéndome como
un hongo-informó
-Pues
quiero agradecerte Laurita por obligarme a ver tus series coreanas, creo que me
sentí menos intimidada por el socio coreano que me presento jorge ayer gracias
a ellas- sonreí al escucharme decirle
semejante afirmación y me quitaba una espinillas que me había salido en la
parte baja del cuello.
-¡Ja
Ja Ja Ja Ja Ja Ja!- se carcajeó Laurita a
través del celular-¿Tienes un coreano en la oficina?-Preguntó intrigada.
-No lo tengo en
la oficina, es el socio de jorge para el nuevo proyecto, lo veré algunas
ocasiones, y aparte es insufrible el muy maldito- conteste molesta.
-Creo que te
visitare seguido para ver si me lo encuentro por ahí- amenazó
-Sería la
primera cosa buena que hace el tipo ese. Pero te hablaba para invitarte al
cine, quiero ver una película pero no tengo pareja ¿Me acompañas?-Casi rogué para que aceptara.
-No tienes que
suplicar lena, será un placer, te veo en tu casa en una hora ¿Te parece?-preguntó.
-Me parece muy
bien, te espero en lo que me baño y cambio. Todavía estoy en piyama.
Unos comentarios
y saludos más hasta que colgamos. La mañana estaba avanzada ya, 11:00 am por lo
mucho pero no tenía cerca un reloj para comprobarlo.
Fui a mi
recamara, tome la toalla y me dirigí al baño para tomar una ducha, de repente
se escucha que alguien llamaba a la puerta, tuve que posponer mi viaje a la
regadera un poco más.
Al abrir la
puerta sentí el aire frío que recorría mi cuerpo, me encontré con un Cristian
de muy mal semblante recargado de la pared y las manos metías en los bolsillos
del pantalón.
-¡Hola Cris! ¿Quieres
pasar?- pregunté
Asintió con la
cabeza sin dejar una palabra.
-Siéntate-Ofrecí-¿Necesitas algo?
-Sí, verte.
Jamás en los
años que llevaba de conocerlo le había visto de esa manera, una persona
completamente diferente. El corazón me dolió, si el sufría también yo, negar
que lo amaba era en definitiva engañarme. Me senté a su lado y lo abrace sin
reparos.
-Comprendo que
no puedo pedir que dejes a jorge, pero no me pidas que deje de amarte lena, eso
no lo puedo hacer
-Cris, yo…
-No digas nada,
solo quiero que me permitas unos momentos- se
recostó en el sofá y me jalo hacia él, para quedar acostados uno enfrente del
otro.
Continuo con su relatoría-
En cuanto te vi la primera vez los sentimientos surgieron lena, no sabía que
era porque nunca los había experimentado, así de simple paso, así fue como me
enamore de ti, después que supe que eras en cierta manera mayor imagine que te alejarías
de mi. Nunca me has visto como una pareja potencial, siempre he sido un niño a
tus ojos.
-Eso no…-me silencio colocando un dedo sobre los
labios y continúo hablando.
-Por más que
trate de parecer digno para ti nunca lo seré, no eres tú, tampoco soy yo, es
ese miedo al fracaso que tienes, al que dirán, a las habladurías y toda esa
maraña que te has formado de lo que esta correcto y lo que no. Contra eso no
puedo competir, no es una lucha justa.
Se levanto del sillón
y delicadamente me levanto a lado suyo.
-Es la última
vez que te busco nena, Te amo y lo sabes, creo que siempre llevare ese
sentimiento en el corazón, pero se perder y me retiro, se feliz con el hombre
que elegiste como esposo.
No pude evitar
estallar en llanto, los comentarios jamás fueron ofensivos pero dolían tanto, también
lo amaba pero tenía razón, el miedo que la sociedad había generado en mi nos
separaba. Me sentí estúpida, débil y sin personalidad.
Levante la
mirada y la fije en sus ojos, las lágrimas se escurrían en su carita dulce.
Lentamente me
tomo por la cintura y me besó.
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